En modo Puerperio
- María Laura Destefano
- 14 mar 2022
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 14 mar 2022
Este período es transitado entre el nacimiento y los 2 o 3 primeros años de vida. Donde el punto de partida es el parto, que nos desarma, nos partimos permitiendo el pasaje del cuerpo del bebé, y nos quiebra nuestra estructura emocional transformándola caótica, desenfrenada con una apertura a la conciencia y la intuición, desnudando lo primitivo, lo trascendental, acercándonos a nuestro ser desconocido.

Nos encontramos con un bebé real en brazos, que llora, demanda y no duerme. Ese llanto que nos lleva a los primeros pasos en nuestra vida y tenemos en el cuerpo grabado las luces y sombras de cómo y quienes nos maternaron. Y nos encontramos ondeando en lo más intenso de nuestra historia, abriendo y cerrando rajaduras.
El cuerpo explotó como la lava de un volcán, las tetas chorrean leche tibia, no nos reconocemos frente al espejo, mi cuerpo cambió y mis emociones también, todo cambió…
Nos paramos en otro lugar frente a la sociedad, la capacidad de salir con un bebé a cuestas, esquivar las opiniones que a veces tanto duelen y desequilibran. Con nuestra pareja transformada en familia se modificaron los roles, mientras intentamos en algún momento cruzar miradas sin morir en el intento.
Para nosotras las mujeres, la maternidad se convierte en un estado de crisis y cuestionamiento, mezclado con alegría, pero enfrentando el lugar donde nos pone la sociedad, con obligaciones impuestas, obligándonos a hacer múltiples tareas al mismo tiempo, siendo y creyéndonos “Superpoderosas”, y como si sería poco debemos ser “FELICES”, como nos hicieron creer que debería ser para ser “BUENA MADRE” y la culpa de no lograrlo recae en la angustia.
Las mujeres recién devenidas en madres necesitamos sostén, cariño, apoyo, presencia, merecemos una asistencia física y emocional, repleta de escucha y comprensión. Volver a sentirnos maternadas, puede ser la forma de sobrevivir de la mejor manera posible a esta etapa del puerperio.
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